Hace aproximadamente tres meses visité a mi madre en Maracay para pasar dos semanas y compartir con la familia. No imaginé que Dios me tenía una sorpresita.
En unas de las caminatas que hago con mis sobrinos, escuché el grito desesperado de un señor, de nombre Gabriel (amigo del barrio).
“Abraham, si ves a Jesús Grabriel en Caracas, por favor ayúdalo, mira que está mal de la cabeza y no quiero que me lo maten”, me pidió. “Ok, cualquier cosa le aviso”, le contesté, no imaginando que Dios me tenía una sorpresita.
Transcurrieron los días, y ya estando en Caracas, me dirigía a una entrevista de trabajo cuando me encontré a Jesús cerca de la Plaza Brión, en Chacaíto. Me reconoció, pero era evidente que no estaba bien.
Olía muy mal tras dos meses viviendo en la calle, con los pies negros e irreconocible, ese chamo que jugaba conmigo en el barrio.
Le dije a Jesús “Espérame aquí, ya vengo”, pero en ese momento recordé las palabras de su padre “Si ves a Jesús en Caracas, por favor ayúdalo”, entonces comprendí que la agenda de ese lunes había cambiado.
Comencé a llamar a mi madre para que me pusiera en contacto con los familiares de Jesús.
Empecé a buscar ayuda, pero nadie entendía porque un chamo con pinta de que iba a una entrevista o a sacarse la cédula iba acompañado de un joven sucio y con mal aspecto.
Caminamos hasta un “Pare de Sufrir”, el que está al comienzo del Boulevard Sabana Grande, y un joven de los que atiende en esta Iglesia, tras pedirle ayuda me permitió usar el baño y además le buscó ropa a Jesús para que se vistiera.
Allí comenzó una osadía de 08 horas (10:00 am – 6:00 pm) y una de las mayores enseñanzas de vida que he tenido.
En ese lapso de tiempo Jesús pidió comida, camino de un lado a otro de manera descontrolada, decía cosas incoherentes, muchos les trataban mal, mientras que otros le daban algo (Un pan, una galleta, un helado).
Me golpeó dos veces, caminé detrás de él para que no se perdiera. Comía de las migajas que caían del suelo, de la basura.
Caminamos de la Brión hasta el Boulevard y del Boulevard a la Brión unas 30 veces donde repetía sus comportamientos una y otra vez.
Sentí impotencia, dolor, frustración, ganas de dejarlo allí, que se perdiera. Pero un amor –que obviamente no salía naturalmente- me daba las fuerzas para seguir.
El papá de Jesús y su hermana llegaron al final de la tarde. Qué hermoso fue ver el abrazo del padre y la unión de la familia.
Enseñanzas:
Jesús Gabriel nos representa, no por su estado mental, sino por las veces que nos busca el Padre (Dios) cuando en nuestra obstinación y desenfreno queremos hacer lo que nos da la gana, pero ÉL con paciencia nos sigue, nos ama y nos busca con fidelidad.
En la foto: Jesús Grabriel
La bondad del venezolano en medio de la crisis. Durante esas 8 horas vi como muchas personas compartían un pedazo de pan, helado, tizana, tortas, y hasta un plato de arroz con pollo. Agua, refresco, jugo.
Al final de la tarde, pese a que no había comido y que me había perdido la entrevista de trabajo, mi corazón estaba inmensamente agradecido y lleno de gozo. Una vez más entendí que la AGENDA de Dios está siempre dirigida a Salvar al hombre.